Jean-Luc Ponty: tocar el violín sin culpa
Dueño de un catálogo extenso, el francés continúa haciendo historia con sus discos (ahora más espaciados en el tiempo) y giras que hasta antes de la pandemia lo mantenían recorriendo el mundo y en particular nuestro país con visitas en 1988, 2006, 2008 y 2011 para deleite de los fanáticos locales.
El 26 de mayo de 1988 Jean-Luc Ponty se
estrenaba en suelo nacional, auspiciado por una popular marca de cigarrillos
que hoy es parte del recuerdo. Un show increíble, público a la altura de las
expectativas, ambiente de tensión y un sonido que, lejos de ser óptimo, al
menos sirvió para aplacar la ansiedad de los fanáticos que se atrevieron a
llegar hasta el ex Estadio Chile (hoy Víctor Jara).
El propio músico francés recordó en más de
alguna ocasión aquella primera vez y su particular conexión con sus seguidores chilenos.
“Claro que lo recuerdo. Sentí cuán hambriento estaba el público de ver grupos
como el mío tocando música moderna, y me emocionó mucho la calidez de la gente.
También recuerdo los camiones militares estacionados alrededor del Estadio
Chile, tal vez por temor a que hubiera revueltas. Para esa época ya había
estado viviendo en California durante quince años, y en Santiago me sentí como
estando en Europa de vuelta en los años '50 o '60, una extraña sensación de
viaje en el tiempo", declaraba a Emol en octubre de 2011.
Para fortuna de ese público que llegó a la cita,
Jean-Luc Ponty se acompañó de un puñado de músicos, Rayford Griffin en batería,
Jamie Glaser en guitarra, Baron Browne en bajo y Wally Minko en teclados,
quienes desplegaron talento y precisión desde la obertura de Enigmatic Ocean a
Egocentric Molecules en el cierre, por casi dos horas de intenso recital. Poco
importó el festival del rebote sónico que, como siempre, brindó el antiguo gimnasio
de calle Bascuñán Guerrero (solo basta recordar los Free Concert de GIT, Soda
Stereo o Charly García de años anteriores para saber de qué hablamos).
Pero esa primera vez del artista francés, en el ocaso de la dictadura, fue el comienzo de una relación que lo traería de regreso en 2006, 2008 y 2011. Fue precisamente en 2006 y luego de visitar el desierto de Atacama en plan turístico junto a su esposa, que el músico plasmaría esa experiencia en un disco titulado The Atacama Experience (2007).
Nació grande
Jean-Luc Ponty ya era un joven lleno de talento
a los 17 años, cuando ganaba el primer premio en el conservatorio de París.
Sería el inicio de una prolífica carrera que anota colaboraciones, aparte de su
propio catálogo, junto a nombres como Frank Zappa y The Mothers of Invention, John
McLaughlin y la Mahavishnu Orchestra, Stéphane Grappelli, Elton John, Stanley
Clarke, Béla Fleck y Al Dimeola, entre otros grandes músicos.
Estudió violín, música docta y obtuvo la especialización en clarinete y saxo tenor. En 1964 comenzó su experimentación con el sonido del violín para tocar jazz y en 1973 se estrena como solista en Estados Unidos, uniendo talento con Frank Zappa, George Duke y John McLaughlin, con quienes contribuiría a definir y consolidar el sonido jazz rock, cuyos antecedentes se encuentran en propuestas musicales desarrolladas antes por Miles Davis, Chick Corea, Wayne Shorter, Billy Cobham, Randy Brecker, Bill Chase o Blood, Sweat & Tears y Chicago, citando dos ejemplos de Bigs Bands de rock con toques de jazz y blues.La discografía generosa desarrollada por Jean-Luc Ponty en esos primeros años dan como resultado registros fundamentales para entender la evolución del jazz rock o música de fusión como se llamó ya en los ‘80. A continuación, te dejamos cinco sugerencias si recién vienes descubriendo al músico francés o quieres recordar de qué se trata esta crónica.
Aurora (1976): destaca por la versión acústica de Renaissance,
su primer hit radial; los créditos anotan la participación en guitarra de Daryl
Stuermer, quien al año siguiente se uniría a Genesis como integrante permanente
en todas sus giras.
Imaginary Voyage (1976): New Country, The Gardens of Babylon
y el tema homónimo en sus partes I, II, III y IV se convirtieron rápidamente en
clásicos tempranos del catálogo Ponty.
Enigmatic Ocean (1977): un disco sólido de comienzo a fin,
complementado con el sello inconfundible en las seis cuerdas de Allan
Holdsworth.
Civilized Evil (1980): un disco que evoca positivismo,
especial para iniciar una jornada laboral en lunes o finalizar en viernes y
otro puñado de músicos, liderados por el gran Joaquin Lievano en guitarra,
Randy Jackson en bajo y Mark Craney en batería y percusión.
Mención Honrosa para Fables (1985), cuyo arranque inconfundible en
Infinite Persuit, caracterizó en plenos ’80 la publicidad de un aceite
lubricante automotriz.
Aclaración: Esta crónica se publicó originalmente el año
pasado en Dreams on Vinyl.
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