Kill ‘em All: A treinta años del debut de Metallica que nos “mató a todos”
Hoy quiero reflexionar y, sobre todo, recordar la primera vez que escuché Kill ‘em All, pues este jueves se cumplirán 30 años de su edición y se trata de un disco que estableció un antes y un después en el surgimiento del thrash metal. No me interesa, y lo aclaro de partida, hablar de las borracheras de Dave Mustaine y los excesos del resto de la banda. Esa es harina de otro costal, decía mi abuelo.
Sucedía que hace
30 años, todos los domingos, a contar de las 18 horas, radio Carolina dedicaba
media hora a programar sólo heavy metal auspiciado por la tienda Rock Shop. Por
el 99.3 FM desfilaron Grim Reaper, Ronnie James Dio, Tygers of Pan Tang,
Diamond Head, Raven, Mercyful Fate, Venom, Scorpions, Van Halen, Judas Priest, Motörhead,
Mötley Crüe, Ratt, Ozzy, pero hubo una reunión dominical que rompió,
estilísticamente hablando, con todas las anteriores.
Al día siguiente
no lo podía creer cuando escuché la grabación. En el primer recreo me instalé a
un costado del patio, observando mientras unos cursos superiores se tomaban la
cancha principal patio para un picado de baby. El galope endemoniado de
“Motorbreath” era increíble. Nunca había escuchado algo similar hasta ahora.
Creía que después de los viejos clásicos del hard rock inglés, a lo más granado
de la NWOBHM, Rainbow, Whitesnake, Thin Lizzy, UFO, Van Halen, Cheap Trick,
Kiss o Grand Funk ya estaba todo dicho.
Reflexionando lo
que el disco del martillo ensangrentado provocó a la generación que hoy supera
las cuatro décadas, hay un par de ideas que vale la pena registrar.
1.- La dureza y
rapidez en que desfilan uno a uno los diez temas que componen Kill ‘em All.
2.- La ausencia
de adornos y rellenos irrelevantes. Kill ‘em All tiene lo justo. No sobra nada
desde mi apreciación.
3.- Dos guitarras
apañadas bien definidas y riffs extremadamente asesinos que copan la totalidad
de los 48:23 minutos que dura el primer asesinato de Metallica.
4.- Un bajo
Rickenbaker tocado a gran velocidad, sin uñeta y un solo inolvidable en Anesthesia
(Pulling Teeth).
5.- Una batería mal
equalizada, con sonidos como quien golpea una caja de cartón o un sillón
forrado en cuero (marca registrada de Megaforce Records), que poco importaba en
aquellos años.
6.- Unas letras
que, si bien rayan en lo básico con eso de "milicias del metal",
"buscamos bronca en la ciudad", “somos heavys y los vamos a golpear”,
se perdonan por ser el inicio de una forma de ver y sentir el ritmo de la vida
y los sucesos que la rodean.
Kill ‘em All no
es el mejor disco debut de la historia, pero sí el disco que sirvió de
referencia para que otras bandas se atrevieran a endurecer su sonido y acelerar
los riffs. Y fue hace treinta años. Tres décadas desde que Metallica quiso “matarnos
a todos”, aunque la mayoría sigamos en el mismo lugar treinta años después.
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