Cinco motivos que sostienen el imperio Kiss

El próximo 10 de noviembre, Kiss se presentará por cuarta vez en nuestro país, con un show que para un segmento de sus seguidores es más de lo mismo.

Pero como se trata de “The hottest band in world” se le perdona todo y estos cinco motivos para entender el sólido imperio edificado por Paul Stanley y Gene Simmons podrían ayudar a decidir si repetirte el plato o, sencillamente, pasar por esta vez en el marco de la próxima versión del Festival Maquinaria 2012.

1.- Material clásico: nadie puede dudar que Kiss (1974), Hotter tan Hell (1974), Dressed to Kill (1975), Destroyer (1976), Rock & Roll Over (1976), Love Gun (1977), incluso Dynasty (1979) y los Alive I y II, de 1975 y 1977 respectivamente, representan el corazón y el alma del repertorio de la banda. Son discos clásicos, con temas clásicos, de una época clásica que hasta hoy replican en sus shows. Noventa por ciento para esa década y el resto para el material recién editado y los hits radiales de los ’80. Así funciona Kiss, con algunos matices, desde Revenge en adelante. Vaya una aclaración: si los ’70 fueron su época de oro en todo sentido, los ’80 también tienen lo suyo. Pegajosos hits radiales como “I love it loud”, “Lick it up”, "Heaven's on fire", "Tears are falling", "Crazy crazy nights", "Reason to live", “Turn on the night” y “Forever” son una muestra del acierto de la dupla Stanley-Simmons para componer en una década cargada de heavy metal y glam. Ojo, la mitad de estos temas son tocados hasta hoy en cualquier show de Kiss.

2.- Adaptación a las tendencias rockeras de moda: Kiss partió siendo una banda cuyo sonido crudo, oscuro y contradictoriamente festivo podía encontrarse en números ya consolidados como Black Sabbath, Alice Cooper, T-Rex, Sweet, Slade o los New York Dolls. La inducción de maquille y espectacularidad en sus presentaciones fueron construyendo paso a paso una identidad que, al cabo de los tres primeros discos, ya era definida y percibía como distinta por esos primeros fans que creyeron en su propuesta musical. El fin de los ‘70 los sorprendió en el peak de la onda disco y Dynasty es una prueba irrefutable con dignidad de esa adaptación. Ya en los ’80, exceptuando el “discretísimo” Unmasked (1980) y el “incomprendido” Music From The Elder (1981), los siguientes años fueron para Kiss un afortunado ejercicio de inmersión en corrientes de moda como el heavy metal más suave y menos dogmático y el Glam Rock de la cálida Los Angeles. Ya en los ’90, Revenge (1992) y Carnival of Souls: The Final Sessions (1997), los últimos aportes verdaderos de Kiss al rock mundial, demuestran que la banda otra vez supo adaptar su sonido a la moda. Más de alguien afirmó que el “grunge” tuvo la culpa. Algo de eso hay con un poco de tonelaje, claro está.

3.- El show en vivo: antes, incluso, que rompieran récords y captaran la atención del mundo, Kiss hacía buenos shows en vivo en pequeños clubes y salas de espectáculos en su natal Nueva York y alrededores. La edición de Alive (septiembre de 1975) fue el salvavidas para su casa disquera, Casablanca, que ya reportaba números rojos con sus tres primeros discos. Lo que sucedió de ahí hacia adelante es otra historia. Lo espectacular de sus directos en las giras de Destroyer, Rock & Roll Over, Love Gun y Dynasty, por nombrar los cuatros álbumes siguientes, son el testimonio más genuino de una banda de Rock & Roll que conquistó el mundo. Kiss interpretando “Black Diamond”, Peter Criss que se eleva a los cielos, explosiones, cascadas de fuego, artificio, maquillaje, murallas de Marshall, plataformas; Gene Simmons escupiendo sangre y suspendido en el aire en “God of Thunder”; Ace Frehley obteniendo fuego de su Gibson Les Paul Standard; Paul Stanley y sus sugestivos movimientos pélvicos; y Peter Criss pateando su Pearl hasta destrozarla. ¿Alguna duda sobre la espectacularidad de los shows de Kiss? Pura marca registrada.

4.- Merchandising e iconografía: el clásico PinBall Kiss, que tuve el privilegio de jugar y dar vuelta en puntaje, o el ataúd promocionado por el propio Gene Simmons a sólo 4 mil dólares, con la perturbadora leyenda “con Kiss a la eternidad”, dan cuenta de la eficiencia de este último, sobre todo, para hacer negocios y obtener jugosas utilidades gracias a la marca de la cual es co-autor y co-propietario. Por algo la “Hottest band in the world” también se reconoce en la bolsa como los “Reyes del Merchandising”. Desde los echo comics, poleras, gorros, llaveros, vasos y hasta lo inimaginable. Y es que el universo más enrevesado de la banda abarca juegos de mesa, muñecos de Lego, preservativos, muñecos articulados, vinos, auriculares, las clásicas loncheras e incluso motos Honda y autos Mini personalizados con la imagen de Paul, Gene, Ace y Peter. Mucha imaginación también es igual a buenos negocios. Otro dato, su etapa clásica es tan potente que, a diferencia de los ’80 cuando Eric Carr y Vinnie Vincent adoptaron sus propios personajes y maquillaje, El Zorro y El Guerrero Egipcio, el ingreso de Eric Singer y Tommy Thayer no corrió la misma suerte y ambos terminaron en los trajes de Ace Frehley (El hombre del espacio) y Peter Criss (El gato).  

5.- Stanley-Simmons, la dupla trabajadora por y para la banda: por casi cuatro décadas, Paul Stanley y Gene Simmons han sido los patrones de Kiss. Ni siquiera en su etapa más clásica Ace y Peter amagaron el fuerte liderazgo de sus compañeros de banda. De hecho, se cuenta que en la época del extraño Music From The Elder, Ace Frehley no tuvo el quórum suficiente para discrepar con Paul y Gene, puesto que Eric Carr, en su calidad de nuevo integrante, no tenía voz ni voto en las decisiones de la banda. Otra cosa. Mientras Kiss no está de gira o en el estudio, Gene Simmons se encarga de los negocios y Paul Stanley compone material para nuevos discos y planifica el futuro inmediato de la “Hottest band in the world”.

Ahora te toca a ti elegir.

Aclaración, esta columna fue escrita para Radio Futuro en 2012.

Don Ernest.

 

 

 

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