Led Zeppelin siempre tiene excusas para un “Día de Celebración”
No recuerdo con certeza si “The Song Remains the Same” se estrenó en Chile en 1976 ó 1977. La película es de 1976, pero como en esos años todo lo que se hacía o producía en el extranjero llegaba con cierto retraso, vale la pena establecer la duda.
Sí mantengo nítido en
la memoria aquellas tardes de música en vivo que una radio de San Antonio
dedicaba a buenos conciertos de rock durante cálidos veranos de la segunda
mitad de los ’70. Por la programación dominical de Cristalina FM desfilaron,
todavía recuerdo, Made in Japan (Deep Purple), Strangers in the night (UFO),
Live at the Hoollywood Bowl (The Doors), los clásicos Frampton’s Comes Alive
(Peter Frampton), Hot August Night (Neil Diamond), Alive I y II (Kiss) y el
directo más alucinante jamás escuchado hasta entonces por la atmósfera que
lograba recrear Led Zeppelin.
Perdí la cuenta la
cantidad de cassettes que me gasté tratando de lograr una buena grabación, si
acaso de buena grabación se entendía tener el recital completo, con un sonido
óptimo y que no se me desintonizara la radio para evitar el desagradable
chicharreo, cosa habitual con la frecuencia modulada en el litoral central de aquellos lejanos '70.
El tema es que cada cierto tiempo me pregunto si después de la muerte de John Bonham -25 de septiembre de 1980- ha surgido una banda similar o, al menos, que tenga algo de Led Zeppelin. Me explico. Desde el momento que un músico de rock menciona entre sus referentes a Led Zeppelin, es lógico que insista en ese punto.
Voy más allá. Una banda que sabe concebir negocios rentables en la industria del rock, dirigida por un personaje como Peter Grant, quien apelando a métodos “gangsteriles”, si era necesario, lograba cautelar cada dólar que ingresaba a las arcas de la banda, le otorga a Led Zeppelin un estatus de grande entre los grandes. Todavía no he visto una banda igual o parecida a Zepp.
Pasaron los años y
recién en 1983 ó 1984 vi por primera vez en el Centro Cultural Mapocho, ese
añosa casona a un costado del Cerro Santa Lucía frente a la casa central de la
PUC, “La canción es la misma”. Si el audio de ese concierto -que no es el mismo
de la película- me tenía rendido, ver las imágenes fue lo más alucinante y
cercano que uno podía estar de tamaña banda de rock.
Pero hay un par de
detalles. Desde aquella época de iniciación “zeppeliana” mantengo esa devoción
por la que a mi juicio es “La banda de rock”. La reunión de mayo 1988, con
motivo del 40º aniversario de Atlantic
Records, también sirvió para aterrizar mi fanatismo y entender que mis ídolos
musicales no son eternos ni menos incorruptibles a su paso. Que no se
malentienda, por favor. No digo que sean unos tipos decadentes. Sólo me refiero
a que en ese show era notorio el desgaste vocal de Robert Plant, un detalle que
en los mejores tiempos de la agrupación, 10 años antes por lo menos, fue un
problema constante durante las extenuantes giras por Estados Unidos. Y otro
detalle: lo arriba de la pelota que estaba Jimmy Page, interpretando Kashmir,
yendo de un lado hacia otro del escenario, con paso errático, inseguro, pero
sin equivocar nota alguna de su Les Paul Standard.
Cierto. Como fanáticos
del martillo de los dioses perdonamos todo, aunque sí me gusta aplicar, al
menos para mis gustos musicales, la máxima de que todo tiempo pasado fue mejor.
Es que por la grandeza
de cuatro grandes músicos, tres rockeros ingleses que hoy andan por sobre las
seis décadas y el presente, Led Zeppelin es único e irrepetible. Los méritos
sobran y están a la vista, especialmente cuando el propio Jimmy Page se ha
encargado de mantener vivo ese legado, con material liberado como las numerosas
compilaciones -Mothership, BBC Sessions, The Complete Studio Recordings y
Definitive Collection, son buenos ejemplos- o la edición en DVD de “The Song
Remains the Same” y “Led Zeppelin”, con los conciertos en el Royal Albert Hall,
extras del Madison Square Garden, Earls Court y Knebworth en 2003.
La historia es cíclica
y suele repetirse con su respectivo legado. ¿Cómo Led Zeppelin consigue esa
vigencia, casi vitalicia, si su separación en 1980 fue un estímulo casi
espontáneo a la pérdida de uno de los suyos?
La historia es cíclica
y suele repetirse con su respectivo legado. No se me ocurre otra reflexión para
definir lo que Led Zeppelin representa para el rock mundial. De algo que sirvan
los apocalípticos relatos de Stephen Davis en la biografía de la banda, escrita
en 2008, y cito un párrafo que dice mucho para que nos entendamos mejor:
“Además de las muchas leyendas que circulaban sobre Led Zeppelin, había algo
más siniestro que los vicios nocturnos de una banda de rock. Led Zeppelin era
la banda más grande del mundo y representaba la explosión del negocio discográfico
como su principal artífice. Había algo mágico, sobrenatural, en la ascensión al
poder de este grupo”.
Por lo mismo insisto. No
he visto todavía algo similar a Led Zeppelin. Tampoco pido un clon o una
máquina del tiempo milagrosa que nos devuelva a los ’70 y a John Bonham. Sólo
actitud. Los Zepp son únicos y eso es demasiado pedir.
Don Ernest.
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